Cómo entrenar a mi perro sin castigos

Por suerte, el uso de castigos para el entrenamiento canino ya ha quedado en el olvido. Hoy ya sabemos que hay técnicas muchísimo más amigables y eficientes al largo plazo para la educación de nuestro perro. Después de todo, cuando decidimos incorporar un compañero peludo a nuestra familia, lo último que queremos en deteriorar nuestra relación con el uso de castigos.

Los castigos y el aprendizaje

Lo primero que debemos tener en cuenta es que un reto o castigo debería aplicarse exactamente en el momento que ocurre el comportamiento a corregir. Es decir, si está rompiendo el sillón y se lo reta, se genera una asociación entre la acción y el reto.

Sin embargo, lo más común no es agarrar a nuestro perro “con las manos en la masa”, sino descubrir los efectos de su travesura. Por ejemplo, llegar a casa de un día de trabajo y descubrir el sillón roto.

Si retamos a nuestro perro en este momento, no hay aprendizaje, por que no hay capacidad de asociar el reto con un evento pasado. Señalar el objeto roto y gritar solo intimida y asusta a tu perro, y no tendrá ningún efecto sobre su comportamiento posterior.

Por qué mi perro se comporta de manera indeseable

Cuando queremos entrenar a nuestro perro, usualmente es porque hay una o varias conductas que deseamos cambiar. Que por algún motivo, se contraponen con nuestras expectativas de lo que implica una convivencia positiva. Por ejemplo, orinar dentro de casa, destrozar muebles y objetos, ladridos compulsivos.

Lo primero e importante de comprender es que todos los comportamientos surgen de una necesidad y una motivación. Hay algo en su interior que lo incentiva a comportarse de cierto modo ya que está tras un objetivo.

Por ejemplo: un perro cava pozos en el jardín ya que está aburrido y busca entretenimiento. El proceso de hacer estos pozos le genera satisfacción y placer. Por lo que su decisión de cavar resulta reforzada por que el resultado de su elección de entretenimiento fue exitoso. 

 

Entonces, frente a un comportamiento que ante tus ojos es indeseable, hay que ponerse en los zapatos del perro. Pensar cuál es la necesidad que tiene nuestro perro y qué es lo que obtiene a cambio cuando realiza la acción. De esta manera podemos comprender cómo se siente.

Si no buscamos ponernos en sus zapatos para entender cómo ayudarlo a canalizar esa necesidad, y solamente lo retamos, ¿qué ocurre con esa necesidad? ¡Sigue existiendo!

El resultado final es un perro que continúa manifestando comportamientos indeseables y su relación se que deteriora con cada reto o castigo. 

Cómo entrenar al perro que yo quiero

Como ya dijimos que los retos y castigos solamente omiten comportamientos, no dan lugar a la posibilidad de aprender comportamientos deseables. Es decir, no sirve de nada retar a nuestro perro por morder muebles, si a su vez nunca le enseñamos a jugar con su propio juguete. Como tampoco sirve retar por tirar descontroladamente de la correa, si nunca le enseñamos a no hacerlo (Para más consejos de este tema, pueden leer la nota Paseo sin tirones).

Por lo que la manera de realmente educar a nuestro perro es a través del uso del llamado Refuerzo Positivo. Esta técnica se basa en premiar los comportamientos deseables, para que a su vez, se repitan en el tiempo. Comprobada por numerosos científicos y propietarios, el aprendizaje en este contexto resulta mas rápido y duradero en el tiempo. Mientras que se fortalece la relación perro-humano. 

Cuáles son las maneras de premiar

  1. Comida: este suele ser el premio más eficiente. Recomendamos usar su mismo alimento balanceado Mon Ami o snacks más apetitosos como los Mon Ami Trainee.

¿Cómo premiar? De mi mano hacia su boca. Ideal para cuando atiende el llamado de su nombre o queremos felicitar un momento de calma. Como cuando usa su propia camita o espera sentado que le pongamos su pretal.

  1. Caricias: suelen ser premios de menor valor, pero que siempre podemos usar cuando no hay comida a mano.

Las voces agudas y alegres son las preferidas, acompañadas de caricias en la zona que nuestro perro prefiera. Tengan en cuenta que muchos perros pueden no estar interesados en un mimo en la cabeza. La zona del lomo, cerca de la base de la cola, suele ser una buena elección.

 

Planificación diaria de entrenamiento

El uso de refuerzo positivo no consiste en momentos esporádicos de entrenamiento, sino que lo aplicamos todo el tiempo en la vida de nuestro perro. El objetivo es lograr una planificación diaria donde tengamos: momentos de paseo, momentos de juego, momentos de descanso y momentos de independencia.

Los primeros dos, le van a permitir a nuestro perro canalizar esas necesidades naturales de entretenimiento y estimulación. De este modo, buscando reducir al máximo las posibilidades de comportamientos indeseables que tengan como base el aburrimiento. 

Los momentos de independencia son un momento “riesgoso”, ya que es cuando no podemos vigilar ni controlar. Es por esto, que mientras nos encontremos en proceso de educación de modales, nuestro perro tiene que contar con un espacio propio y seguro. Donde nosotros podamos dejarlo sin supervisión y estemos tranquilos que no cometerá ningún acto que sea indeseable para nosotros. 

Parte de este proceso es ayudar a nuestro perro a tomar las decisiones correctas. Ayudarlo a elegir su propio juguete, si quiere morder algo, en vez de la pata de la silla. Cuanto más simplifiquemos las decisiones que debe tomar diariamente, será más exitoso, por lo que podremos felicitarlo más y el buscará repetir esas acciones. Queremos crear un círculo virtuoso.

Cómo actuar frente a una conducta indeseable

Por más que nos esmeremos en crear un ambiente controlado, siempre podrá surgir un comportamiento que queramos corregir. En estos casos, la redirección del comportamiento es la herramienta que debemos usar.

¿Qué es la redirección?

Distraer a nuestro perro de la acción que está realizando para que la traslade hacia otra que sí es correcta. Por ejemplo, en vez de morder la pata de la silla ofrecer un juguete igual o más atractivo y jugar con él. O llamar su atención hacia nosotros que le daremos un premio y mimos.

Es importante destacar que para que la redirección sea efectiva, debemos ofrecer algo muy atractivo a cambio de su atención. Con algunos perros las voces agudas y felices son suficientes, mientras que otros se sienten más atraídos por la presencia de comida. Esto se descubre a medida que trabajas con tu propio perro. 

Finalmente, recuerden que la redirección es una medida para resolver el momento de una manera positiva. Sin embargo, siempre debemos volver a pensar en la necesidad que origina la acción. 

Nuestro perro aprende a lo largo de toda su vida y siempre vamos a tener posibilidades de mejorar aquellos comportamientos que no nos gustan. Si en algún punto sienten que no saben cómo actuar para mejorar la comunicación con su perro y lograr resultados, no duden en contactar un adiestrador. Un profesional que pueda evaluar su situación individual y de manera personal va a permitirles salir adelante y mejorar la convivencia.